Como mencionamos en nuestra dedicatoria, consideramos jóvenes adultos a las personas comprendidas entre dieciséis y treinta y nueve años de edad; solteros, casados, divorciados o viudos; y con o sin hijos. Ellos provienen de diversas realidades culturales, étnicas, educacionales, vocacionales, sociales, políticas y espirituales. Esta generación es califi-cada por algunos científicos como la primera generación verdaderamente expuesta a la multi-difusión y al multiculturalismo. Los jóvenes adultos emprenden muchas tareas en su continuo desarrollo, crecimiento y madurez. Hoy día, muchos jóvenes adultos alargan las etapas de transición. Algunos de ellos vuelven a encontrarse solos después de una separación, divorcio o por el fallecimiento de su pareja. Algunos tienen que criar a sus hijos sin un cónyuge.
¿Soltero = incompleto?
Una de estas contradicciones reside en el irracional deseo por encontrar pareja cuando estamos solteros y desear ser solteros cuando estamos en pareja, una localización que responde a una cierta inconformidad y al contante ansia de cambio. No obstante, deseas domingos de picnic entre los brazos de un macho, dormir acurrucados en las noches de invierno y poder presumir ante todas esas amigas comprometidas de nuestra galán perfecta. La pareja nos aporta amor, seguridad, complicidad y otros muchos beneficios; no obstante, también ocupa el abismo de la soltería, componiendo ambos conceptos un ying y yang que, de forma irracional, son atraídos el individuo por el otro. Mentes que parecen evadir las responsabilidades y olvidar los beneficios del presente en pos de una constante obsesión por aquello que no tenemos. Sin embargo, todos sabemos cual es la condena que deriva de todas estas contradicciones si denial nos analizamos en profundidad y reflexionamos de forma objetiva respecto a esos nuevos y ansiados cambios.
¡Ya está! Nos vemos pronto
Al tratar de escuchar y aprender de los solteros —jóvenes, viejos, hombres, mujeres, divorciados, viudos, trabajadores, estudiantes, seminaristas— mi objetivo era obtener el detalle de su experiencia como solteros en la iglesia. Pero mi aire de jefatura no duró mucho. En poco tiempo, mis suposiciones defectuosas fueron iluminadas. Todavía cómo he preguntado a solteros y solteras qué piensan del nuevo arrapiezo o chica en la iglesia asumiendo un deseo de matrimonio sin reconocer. Me estremezco ahora al pensar en cómo mis propias suposiciones me han llevado a la insensibilidad. He sido sincera, pero ignorante. A pesar del afecto genuino, la ignorancia de lo que realmente piensan, sienten y necesitan los solteros ha llevado a amistades incómodas e incluso dañadas. Es para mí como una mujer casada baza como para pastores y otros líderes de la iglesia.